El arte de contar historias puede ser de gran ayuda a la hora de comunicarnos y transmitir mensajes dentro de una organización.
Hay mucho dicho y escrito en storytelling. Sin embargo, tal como sucede con otros temas, hablar mucho de algo no significa que alguien desee apropiárselo, convertirlo en una práctica. Para que eso ocurra, además de enterarnos, es necesario que nos parezca útil, que nos resulte razonablemente sencillo, que le encontremos beneficios más o menos cercanos en el tiempo. Ahí está la clave.
Además de consultora, capacitadora y diseñadora didáctica, me dedico a narrar cuentos. Cuento cuentos para adultos. Y hay entre ellos quienes quieren escuchar, igual que los niños, el mismo cuento una y otra vez. O que desean seguir escuchando cuentos ese día y siempre. Historias que nos llevan no solo a pensar sino también a sentir, imaginar, vivir en esa realidad que se narra por un rato.
Cuando queremos transmitir un mensaje y que ese mensaje llegue profundamente a otras personas, no es suficiente con apelar a su raciocinio. Recordarán sobre todo aquello que los conmueva, que apele al ahora famoso hemisferio cerebral derecho.
Y es precisamente ese valor de lo emocional vinculado con la claridad del mensaje que se quiere transmitir y su objetivo, lo que fomentamos en las capacitaciones y actividades que realizamos en empresas.
Mayor y mejor influencia
Resulta interesante observar todo lo que ocurre cuando se cuenta una historia: qué le pasa al que cuenta y qué les pasa a los que escuchan. Y pasa de todo: la gente se conmueve, se ríe, recuerda, relaciona con historias propias. En ese sentido, comprobamos cada vez la potencia de dejar aflorar la emocionalidad en los lugares de trabajo, contando historias, logrando de esta forma mayor y mejor influencia.
Storytelling es, en definitiva, el arte de contar historias. Los seres humanos estamos hechos de historias, además de las innumerables que podemos encontrar en los libros. Se trata entonces de adquirir la habilidad para encontrar buenas historias, aprender a tender puentes entre la historia que narramos y el mensaje que deseamos transmitir, y desarrollar nuestra expresividad para hacer atractiva su escucha.