Así como el planeta demanda un cuidado ambiental para mantenerse sano, las empresas también lo necesitan. ¿Qué podemos hacer para mejorar el clima?
Hoy percibimos con mayor intensidad los efectos del cambio climático. Cada vez somos más conscientes del compromiso que debemos tener con el cuidado del ambiente.
Cada empresa funciona como un planeta y, sin importar su tamaño, lograr un buen clima organizacional se presenta como un desafío, en cómo encararlo y cómo sostenerlo en un contexto cada vez más complejo.
“Dame la receta” (en busca de una fórmula esquiva)
“Tenemos como objetivo este año mejorar el clima. Compartirme la receta. ¿Cómo lo hizo esa empresa que sale en los portales de negocios? ¿Cómo lo hizo mi competencia? Tiene que haber una guía, un manual, un tutorial. Tiene que existir una fórmula que me permita tener un buen clima”.
Palabra más, palabra menos, este es el requerimiento que plantean muchas de las organizaciones que empiezan a interesarse por mejorar “el clima”. Aquellas algo más evolucionadas en el tema, lo expresan en términos de lograr o fortalecer su employee engagement.
Abordar esta cuestión intentando ver cómo lo hacen otros, intentando obtener un check list básico de ingredientes mágicos listos para aplicar, parece ser un camino tan atractivo como inefectivo.
Lo cierto es que en este campo no hay verdades universales ni recetas infalibles. Por eso, no se trata de copiar y pegar lo que otros hacen, ni de replicar las mejores prácticas de otras áreas y otras compañías, como si la respuesta estuviera en el “qué hacemos”.
Considerar la cultura de cada organización es clave. “Esa manera de ser que nos identifica”. No a copiar lo que para otros ha funcionado. Sí a inspirarse para encontrar nuestra manera de hacerlo.
“Este no es un tema para nosotros”
También nos encontramos con la creencia del postulado de que la gestión del compromiso está más al alcance de las grandes corporaciones y que resulta imposible de alcanzar para las más pequeñas
Suelo escuchar a las grandes empresas grandes decir: “Dame una empresa chica y sabes qué fácil logro un buen clima con poca gente!”. Y escuchar a las empresas más chicas responder: “Dame el presupuesto de las grandes y sabes cómo lo gestiono!”
Gestionar el clima no es un tema de presupuestos ni de tamaño. En este contexto complejo, cada colaborador, cada líder, cada organización necesita encontrar su propia forma de “cómo hacerlo”. Y si bien, como decíamos, no existe una receta, sí hay algunos preceptos clave en la gestión cotidiana que pueden ayudar a encontrar ese camino.
– Primera clave: acciones simples sostenidas en el tiempo. No se trata de trazar planes exóticos, sino de concretar acciones efectivas, encontrando el ritmo continuo, necesario, oportuno y posible.
– Segunda clave: cercanía. Suele suceder con frecuencia en equipos que ya vienen trabajando juntos que, al consultar si se conocen, la respuesta afirmativa no tarda en aparecer. Sin embargo, al realizar inmediatamente algún ejercicio disparador de presentación inicial, se sorprenden al descubrir cuánto “no se conocen”. Para avanzar en estos procesos es imprescindible generar un vínculo verdadero, de auténtico interés por el otro. Cuanto más 360 grados mejor aún.
– Tercera clave: autenticidad. Partir desde lo que uno auténticamente es. No se trata de lograr ser líderes todos iguales, se trata de mostrarnos tal como somos. Ser auténtico es una cualidad muy valorada para permanecer en las organizaciones. Si “no te sale” pero estás convencido de que la gente te importa y comenzás a tratarla diferente, si le preguntás genuinamente como está, estarás empezando a construir un vínculo que los fortalezca.
Ser simples, cercanos y auténticos será entonces un buen punto de partida para inspirarnos y encontrar nuestra forma de hacerlo. Una que encaje con nuestro estilo y el de nuestros colaboradores.
Tal como sucede con el planeta, lo que cada uno haga, lo que cada uno aporte, será fundamental para cuidar y mejorar el clima de la organización.