Al igual que el resto de las actividades vinculadas al entorno laboral, la formación de las personas en las organizaciones también necesita adaptarse a una nueva realidad.
Por Gonzalo Rossi y Juan Pablo Sanguinetti
Quienes diseñamos y facilitamos estrategias y procesos de aprendizaje observamos en los últimos años algunos intentos de combinar diferentes recursos tales como los dispositivos tradicionales de capacitación en forma presencial y las actividades en formato e-learning, en general de tipo asincrónico.
Cuando ese mix aún buscaba su mejor versión, llegó la pandemia para cambiar de manera abrupta la situación, ya que obligó a abandonar por completo la presencialidad. Así, ganaron terreno las actividades virtuales sincrónicas -hasta entonces poco exploradas- a través de plataformas como Zoom, Meet, Teams entre otras tantas que se popularizaron rápidamente.
Ya instalados en esta etapa post pandemia pareciera que la presencialidad no es indispensable para el aprendizaje; el tiempo de traslado hacia o desde los ámbitos de capacitación tradicionales resulta poco tentador, con lo cual se vuelven renuentes a participar de actividades en formato tradicional. A la vez, el modelo virtual sincrónico presenta el desafío de la dispersión: asistentes a actividades de aprendizaje que tienen en simultáneo varias pantallas abiertas que compiten por su atención en detrimento de la calidad del aprendizaje (el multitasking no multiplica, divide) y el formato de e-learning asincrónico presenta un alto grado de deserción en las plataformas más usadas.
Desde el grupo Whalecom apreciamos y participamos activamente en los avances de las metodologías y tecnologías colaborativas destinadas a facilitar aprendizajes en el contexto actual. Tanto es así que desarrollamos Abiert, una plataforma que brinda herramientas a aquellas organizaciones que afrontan el desafío de generar propuestas de aprendizaje convocantes.
Debemos pensar que, así como el trabajo va hacia un modelo híbrido que combina las características de uno y otro espacio, estos procesos deberían gestar también su propio modelo híbrido conjugando ciertos aspectos de la modalidad virtual asincrónica, algunos check points o encuentros virtuales donde se trabajen determinados temas puntuales, y fijar también hitos donde los participantes accedan a sesiones presenciales cuando la geografía lo permita.
Esta última instancia permite trabajar de manera mucho más adecuada determinados contenidos, además de aportar una vivencia diferente, más intensa y con un mayor nivel de proximidad y compromiso (hasta ahora, ninguna tecnología supera la calidad de ciertas conversaciones relevantes en forma presencial) todo lo cual contribuye a capitalizar el aprendizaje colectivo y mejorar notablemente la experiencia.
Un elemento más a tener en cuenta es la incorporación de la gamificación, que está generando una revolución en lo didáctico al recoger la dinámica de los juegos -sobre todos los basado en plataformas tecnológicas- y trasladarla a los ámbitos educativos, apelando a la experiencia y los hábitos que la mayoría de las personas desarrollamos en los juegos que tenemos en los celulares u otros dispositivos.
En definitiva, es necesario conformar un nuevo modelo didáctico que tome partes de lo que hemos hecho hasta ahora, las articule con las nuevas tendencias y convierta todos esos componentes en una solución superadora. Para eso hará falta invertir, investigar, experimentar, compartir las experiencias (logros y aprendizajes), identificar qué tipo de mix de formato conviene para cada tipo de persona en cada organización.