¿Qué tiene que ver el vuelo de estas aves con lo que sucede en una empresa? Tres comportamientos reveladores.
El vuelo de los estorninos, unos pájaros originarios de Europa Central que suelen viajar en bandadas de 10.000 o más integrantes, es considerado uno de los fenómenos de auto-organización más fascinantes de la naturaleza. Luego de muchos años de estudio, los investigadores identificaron tres claves que lo hacen posible, y que por analogía podemos vincular al funcionamiento de los equipos ágiles.
La primera tiene que ver con la ubicación: cada integrante de esta bandada tiene la capacidad de ocupar el lugar más adecuado dentro de la formación de acuerdo a la velocidad de vuelo que es capaz de desarrollar. Esto hace entonces que orgánicamente la bandada pueda moverse de una manera armónica y ser capaz de reaccionar muy velozmente ante diferentes factores, realizando vuelos fantásticos y maniobras repentinas en el aire, cambiando de dirección o incluso dividiendo el grupo si es que hace falta para evitar o enfrentar un peligro.
En segundo lugar, todos los miembros comparten el conocimiento de cuáles son las amenazas que pueden surgir, con lo cual tienen claridad sobre qué aspectos afectan y de qué manera al cumplimiento del objetivo de llegar a determinado destino. Pensando en los equipos ágiles, que todos tengan en claro de qué manera los diferentes factores pueden amenazar el cumplimiento de objetivos permite que el equipo en sí pueda tener un conocimiento compartido y determinar a partir de un criterio unificado cuáles son los puntos más importantes a abordar en cada momento.
La tercera característica que estos pájaros ponen en juego tiene que ver con la posibilidad de comunicarse rápidamente con cinco individuos, que son los que están en su esfera 360, para que a partir de cualquier movimiento de estos cinco individuos ellos puedan adaptar rápidamente su vuelo. Pensando en los equipos ágiles, esto se relaciona con la posibilidad de tener un vínculo cercano y permanente con las áreas con las cuales construimos valor, y a partir de esa cercanía establecer una comunicación que nos permita rápidamente ante la información más precisa tomar las decisiones adecuadas con la celeridad necesaria.
Los equipos de trabajo orientados al agilismo necesitan generar espacios de conversaciones frecuentes y periódicas para analizar cuáles son los principales obstáculos, evaluar la velocidad de respuesta, conocer mejor las propias capacidades y monitorear los indicadores clave que deben mantenerse en el radar.
Tal como ocurre con los estorninos, estas “conversaciones” se sostienen antes de emprender el viaje, se entrenan y se ajustan en períodos de menor exigencia. De este modo, igual que la bandada, el equipo estará preparado para reaccionar de la mejor manera cuando las circunstancias lo hagan necesario.